Recuerdos de lo que no ha pasado: Atget en Roma
El cabrón de Santiago, que fue profesor mío de Estética en 1º de carrera, decía de Atget: Cuando ves sus fotografías, tienes la extraña sensación de que la foto ha sido hecha por el asesino que vuelve al lugar del crimen.
Con motivo de la exposición que en Roma se inaugura sobre Atget, me han venido a la cabeza aquellas fotografías suyas. Tan intrigantes. Me pregunto hasta qué punto la fotografía de Atget no influyó por ejemplo en Edward Hopper. Vete a saber.
La de este hombre es una fotografía aséptica, dura, sin concesiones, sin poética. Son fotos de calles desoladas, vacías, muertas. Atget fotografía un París desierto, yermo. Casi nunca aparece gente en sus fotos. Y cuando lo hacen, están detrás del cristal de un escaparate, como si fueran fantasmas que nos observan en silencio. Fotografia maniquíes, también tras el escaparate, también observándonos. Figuras tétricas, fantasmales, misteriosas.
A nosotros, el cabrón de Santiago nos contó que Atget fue un pobre hombre, un tipo gris y anodino que se dedicaba a hacer fotos en sus ratos libres. El cabrón de Santiago nos contó que Atget jamás vio publicada una foto suya y que nunca fue reconocido, toda vez que la fotografía era para él sólo un pasatiempo. Nos contó también que la secretaria de Manray, visitando en cierta ocasión un desván, encontró apiladas cientos, miles, de fotografías. Eran las fotos de Atget. Fue el propio Manray quien puso el empeño de sacar a la luz aquellas fotos y poner a Atget en el lugar que le correspondía, el de un genio de la fotografía.
Pero al parecer, el cabrón de Santiago se estaba inventando la historia.
Atget nació en 1857. Quiso ser marino, quiso ser actor, quiso ser pintor. Ninguna de estas cosas se le dio bien, así que se hizo fotógrafo. Trabajaba haciendo fotografías para pintores, que incorporan a sus cuadros los detalles, flores, objetos y árboles que él registra con su cámara.
También trabaja para ciertos organismos oficiales como la Comisión del Viejo París y la Biblioteca Histórica de la Villa de París. Le piden fotos que documenten el estado de ciertas calles o la naturaleza de ciertos monumentos. Le piden que no salga gente en ellas.
Utiliza una cámara de fuelle con placas de vidrio de 18 x 24 cm, una cámara que pesa 20 kilos y con la que se desplaza en metro o autobús a todas partes. Aunque ya existían los negativos flexibles, él nunca los utiliza.
La realidad es que sus fotografías eran ya conocidas por Berenice Abbott o Manray, que le presentó a los surrealistas. Le proponen publicar alguna foto en el número de Junio de 1926 de la revista La Revolución Surrealista (Corset de 1912). Atget dice: no incluyan mi nombre. Las fotos que tomo son simples documentos. No se consideraba un artista. Hoy se le atribuye la paternidad de la fotografía moderna. Cosas del genio.
Yo ya no sé si el cabrón de Santiago se inventaba la historia, pero le agradezco el haberme descubierto a Mapplethorpe, a Weston, a Erwitt... Y sobre todo le agradezco que me descubriera a Atget. Su fotografía es apasionante.
Les invito a que asistan si pueden a la exposición de Roma. Empieza el 22 de octubre de 2014 y termina el 22 de enero de 2015. Y si Roma les queda lejos, háganle una visita a Atget desde internet. No se arrepentirán.