Recuerdos de lo que no ha pasado: El final de todo
Ver las imágenes de Nueva Orleans con que estos días nos tortura la televisión, me ha hecho recordar aquella peli de Hugo Z. Hackenbush, titulada El final de todo.
La película no es nueva, creo recordar que fue estrenada en 2009. En ella presenciábamos el final de la civilización americana (la nuestra) tal y como la conocemos. A pesar de que era una película de bajo presupuesto, a lo largo de la trama asistíamos a la debacle del imperio americano, que se hundía sobre sí mismo como un gigante con pies de barro. Hackenbush preferia profundizar en el drama humano, íntimo y personal del americanito medio, que centrarse en rascacielos colapsando o NuevaYork sumergiéndose bajo la inundación. Y gracias a ese retrato certero, a esa disección paciente y minuciosa, asistíamos a la muerte de la sociedad americana. O sea a nuestra propia muerte.
Katrina nos ha permitido conocer mucha de la miseria humana. Nos ha permitido remover las aguas y comprobar qué es lo que ciertamente nadaba en el fondo. Marginalidad, inseguridad, droga, crimen, violencia, corrupción, falta de previsión, dejadez, mucha mala hostia... El sueño americano, vamos.
He recordado El final de todo cuando he visto las imágenes de los miles de personas hacinadas en el estadio, gritando a la cámara, suplicando, llorando y pidiendo ayuda. Joder con el sueño americano. Me pregunto si no tendría razón Hackenbush en su análisis, me pregunto qué sociedad es ésta, sostenida sobre pies de barro, en la que todo está atado y bien atado con papel de fumar.
La sociedad americana (la nuestra) me recuerda al papel que empapelaba la pared de mi abuela. En cuanto me ponía a rascar un poquito, hacía agujero. Pasa un huracán sobre el pais más poderoso del mundo y cuando rasca, deja un agujero por el que, sin que nadie pueda evitarlo, se escapa toda la mierda.
Si no la han visto, corran a su dvdclub y alquilen El final de todo. No les quiero desvelar el final pero se lo pueden imaginar.