
Dos son los recuerdos que tengo de Raymond Massey: uno, saliendo de una avioneta en un mundo futuro devastado (que se situaba en los años 60) y tocado con un casco imposible o con imperdonables leotardos. Dos, reflexionando sobre cuál es la mejor forma de torturar a su hermano Mortimer, acompañado del doctor Einstein.

Luego con los años fui admirándole. Actores de carácter, secundarios de lujo, intérpretes de los que ya no quedan.
