La leyenda urbana de la semana: los gritos de Tarzan
Peter Jonas Weissmuller era rumano. Mintió para conseguir trabajo en América y dijo que era de Chicago. Fue siempre de constitución débil y por prescripción facultativa se metió a nadador.
La realidad es siempre bastante más miserable. Por lo que parece, la verdad es que Peter Jonas Johnny Weissmuller se dedicó a arruinarse después de su carrera hollywoodiense. Fundó el International Swimming Hall of Fame, vendió piscinas prefabricadas y entonces se rompió la cadera y desde ahí hasta el final todo fue cuesta abajo. Estando internado porque le habían descubierto enfisemas pulmonares, le diagnosticaron problemas cardiacos y además un evidente deterioro cerebral.
La leyenda cuenta que acabó sus días internado en un manicomio, aullando como Tarzan, loco como una cabra. Se dice que se pasaba el día aullando, que tenía a los otros enfermos hasta los cojones y que incluso cuando le hacían entrevistas los periodistas, de pronto y sin venir a cuento les soltaba su famoso grito.
La realidad es siempre bastante más miserable. Por lo que parece, la verdad es que Peter Jonas Johnny Weissmuller se dedicó a arruinarse después de su carrera hollywoodiense. Fundó el International Swimming Hall of Fame, vendió piscinas prefabricadas y entonces se rompió la cadera y desde ahí hasta el final todo fue cuesta abajo. Estando internado porque le habían descubierto enfisemas pulmonares, le diagnosticaron problemas cardiacos y además un evidente deterioro cerebral.
Gusta imaginar que todos los actores terminan creyendo ser sus personajes, que Bela Lugosi dormía en un ataud, etc. pero por lo que parece, Peter Jonas Johnny Weissmuller no gritaba el grito de Tarzón en los pasillos de ningún manicomio. No podía gritar: le practicaron una traqueotomía y estuvo ingresado en un hospital de Acapulco, hasta que murió en 1984.