Charito Endrinal Petit: retrato del hijo de puta adolescente
El nombre de los engendros, que se sepa bien, es Ricard Pinilla Barnés y Oriol Plana Simó, ambos de 18 años, y Juan José M. R (a este pedazo de hijo de perra le protege ser menor de edad y nos conformaremos con merendarnos sus iniciales). A uno de ellos le llamaban Vader, como al malo de la guerra de las galaxias. Se entiende que por hijo de puta.
Según se cuenta ahora, los niñatos eran conocidos en el barrio y entre sus amigos por ser unos auténticos hijos de la grandísima puta.
Leyendo leyendo, descubro que uno de ellos de pequeño fue maltratado por su padre. Y que eran pésimos estudiantes y que andaban descentrados y más perdidos que un caracol en la vela de un barco. Un familiar del menor dice que es una estupenda persona y que no entiende nada, que seguro que los otros dos le arrastraron y le metieron en el ajo sin comerlo ni beberlo. En cada pandilla hay siempre hay un tonto, porque hay que ser rematadamente imbécil para que alguien, sin comerlo ni beberlo, te arrastre a quemar viva a una persona. Charito Endrinal Petit, descanse en paz.
Dice el padre de uno de ellos, destrozado, que seguramente su hijo sólo quería escarmentar a la mendiga. Escarmentarla de qué, cojones, escarmentarla de qué. Dice que no hay premeditación, que podrían haber ido a una gasolinera a comprar gasolina pero que no, que el disolvente con que la rociaron antes de pegarle fuego, lo encontraron de forma casual en una obra cercana. A este pobre desgraciado habría que decirle que no defienda más a su hijo, que a cada palabra que dice le mete un centímetro más en el talego.
Según declaraciones de testigos, uno de los entretenimientos nocturnos de fin de semana de estos amigos era agredir y vejar a mendigos, grabando algunos de esos ataques con los móviles. Otra amiga declara: Vader es un facha. Cuando él y su grupo de amigos se aburren, acostumbran a salir a dar palizas a vagabundos y, en algunas ocasiones, también a gente de color. Las hazañas de los niñatos estos consistían en abofetear mendigos, tirarles cubos de basura por encima y en alguna ocasión mearles en la cara. Charito Endrinal Petit, descanse en paz.
Dice otra amiga: Más de una vez me encaré a Vader y le dije que no me gustaba lo que hacía. Cara a cara, si le decías las cosas en alto se acobardaba y hasta daba pena. Un cobarde cabrón, frustrado, amargado y acomplejado (no te quepa duda de que la tiene pequeña), que se dedica a descargar la rabia y la frustración de haber querido ser el protagonista de una película en la que hasta ahora sólo había podido ser un extra.
Ya tienes lo que querías, niñato de los cojones. Ahora, cuando en las duchas del trullo te den por el culo los mismos negros a los que tú pegabas, ya puedes saborear qué se siente al ser el malo de la peli.